LAS ENFERMEDADES DEL PEREGRINO
Ampollas: es una cavidad llena de líquido de contenido seroso, turbio o hemorrágico que sobresale de la superficie de la piel. Se deben a lesiones traumáticas producidad por una fuerte presión en los lugares del cuerpo sometidos a repetidos frotamientos (manos y pies). Son consecuencia del continuo rozamiento. Básicamente se trata de una protección de la piel contra dicho rozamiento, pero resulta peor el remedio que la enfermedad.
Prevención de ampollas: lavar los pies con jabón de azufre, masajes con alcohol de romero, colocar apósitos en las zonas con mayor rozamiento, untar vaselina por todo el pie antes de la etapa y durante la etapa para disminuir el rozamiento, colocar esponjillas entre los dedos, descansar los pies tras la etapa cambiando de calzado. También se pueden formar por los gérmenes provocados por la excesiva sudoración; es importante pues llevar los pies limpios y secos, y no andar nunca con los calcetines húmedos. Las botas, por consiguiente, siempre deben estar secas (ojo cuando llueve). Al llegar al refugio, lavar las extremidades inferiores con agua fría y dejarlas airear sin secar, a fin de que el frío actúe de vasoconstrictor y reduzca las inflamaciones. Las botas han de ser cómodas y adaptarse bien al pie. Hay que estrenarlas al menos 1 mes antes del comienzo de la peregrinación. También conviene decir que si te entra alguna piedrecita en la bota es mejor parar y quitártela, ya que pueden producir una ampolla. En farmacias venden parches contra las ampollas. Sólo son útiles si se aplican antes de que se produzcan. Una vez formada la ampolla, sólo resta pincharla. Es urgente hacer esto, ya que si no la ampolla puede crecer, puede llenarse de sangre o pus e infectarse. Es más, la ampolla se forma por caminar mal y no apoyar todo el pie en el suelo. Así que si aún apoyas peor al sentir los pinchazos se te pueden formar ampollas en otro sitio del pie, o formarse una tendinitis. Y en la otra pierna idem.
Un buen remedio para las ampollas es un aceite llamado "Corpitol". Consultad con vuestro farmacéutico.- Curación de ampollas:lo normal es pinchar la ampolla con una aguja de coser que lleva enebrado un hilo. Se pasa de este modo el hilo de un lado a otro de la ampolla. Dado que estamos atravesando piel muerta, no debería doler. No pinchar demasiado fuerte por si tocamos la piel viva (en cuyo caso, obviamente, sí dolería). Luego apretamos sobre la ampolla para sacar el líquido. Ponemos un poco de betadine y movemos el hilo en sentido horizontal para que se cure la pequeña rozadura de dentro. Después dejamos el hilo para que actúe de drenaje e impida que la herida vuelva a cerrarse antes de expulsar todo el líquido. No quitar nunca la piel muerta, previene de infecciones. Además, si te quitas la piel muerta el dolor producido por la rozadura causante de la ampolla te impedirá seguir. Dejar al aire cuando llegues al albergue. Mientras camines durante una etapa hay que aplicar una gasa con un esparadrapo para evitar que entre polvo.
Inflamaciones: las tendinitis y las distensiones musculares se producen por el mal apoyo de las articulaciones. En muchos casos, y completando lo expuesto arriba, no son más que un efecto secundario de las ampollas. Al llevar un pie dolorido por la hinchazón, el cuerpo reacciona cargando el peso inconscientemente sobre el otro. El resultado es que al cabo de unos kilómetros una pierna está offside por la ampolla, y la otra por la tendinitis creada por el apoyo defectuoso. Si una articulación empieza a doler, o una ampolla obliga a forzar el paso, lo mejor es parar, aplicar frío y buscar el origen del problema. Aunque no recomiendo pinchar una ampolla a mitad de etapa. Una bota alta evita inflamaciones en los tobillos. ¡Cuidado con las piedras! Una torcedura te puede mandar a casa. Las pomadas y pastillas antiinflamatorias son útiles en los primero episodios. Las vendas elásticas facilitan la circulación, pero sólo si están bien colocadas. Un error frecuente es apretar con ellas los dedos y el tobillo y dejar libre el talón; de esta manera se consigue que parte sin vendar acumule toda la inflamación. Para un correcto uso de la venda elástica se ha de tapar toda la superficie del pie con un vendaje en espiga, empezando por la raíz de los dedos. Si el dolo persiste cada vez que se apoya el pie no queda más solución que parar y descansar unos días. Contra las torceduras leves y principios de tendinitis resultan muy útiles las tobilleras y rodilleras.
Cansancio muscular: agujetas y calambres musculares son propios de las primeras jornadas. El mejor remedio es la sensatez. Caminar 30 km durante la primera jorndad puede resultar más o menos asequible porque los músculos están frescos; lo difícil es levantarse de la cama al día siguiente. Planificar los primeros días con suavidad, incrementando paulatinamente la distancia diaria, es la mejor garantía contra el cansancio. Muy recomendable también es hacer estiramientos antes de empezar a andar y al llegar al refugio; reduce el riesgo de agujetas y tirones musculares. Una vez en el refugio, tomar baños de agua fría y colocar las piernas en alto. Un buen masaje en los pies con una crema que ayude a la circulación es mano de santo.