QUE SON LOS ALIMENTOS TRASGÉNICOS?
¿Que son los alimentos transgénicos?
Un alimento transgénico es todo aquel organismo vivo que se le ha incorporado artificialmente un gen extraño para que tenga una característica concreta.
En general se llaman alimentos transgénicos a todos aquellos que proceden de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) directa o indirectamente para producir una característica deseada.
La técnica de ingeniería genética para realizar esta manipulación consiste en aislar segmentos del ADN (el material genético) de un ser vivo para introducirlos en el material hereditario de otro. Lo cual ha generado grandes controversias a nivel mundial.
Pero, ¿cómo se hace un alimento transgénico?
Toda célula, cualquiera que sea su origen (animal o vegetal), en su núcleo está contenida toda la información necesaria para el normal funcionamiento de ella, para desarrollarse, para madurar, para envejecer y por último para que muera. Toda esta información es lo que se llama código genético, el cual está guardado en una larga molécula, llamado ácido desoxirribonucleico (ADN). Pues bien, es esta misma molécula la que transmite la información cuando una célula se divide y se multiplica.
Según el primer principio biológico, el origen de la vida de todos los seres vivos de la tierra, es común.
Esto quiere decir que el ADN está en todas las células vivas de la tierra, sean estas bacterias, vegetales, insectos, animales, incluso el hombre.
Por este principio se puede decir que si se extrae un gen de una planta y se logra introducirlo al núcleo de una célula de otra planta, este se va a expresar como una proteína de la planta de origen. Pero no sólo se puede transferir un gen de una planta a otra, sino que también se puede extraer un gen de una bacteria y se puede transferir a una planta y también se expresará. También se puede sacar un gen de un animal o del hombre y transferirlo a una planta.
Sin embargo, esta manipulación, no siempre son de hecho “transgénicos” ya que muchas veces el gen que se introduce proviene del mismo género.
Desde hace muchos siglos se viene utilizando la similitud familiar con el fin de mejorar la productividad de planta y animales. Cuando se cultivaban plantas o se criaba ganado, se seleccionaban los de mayor tamaño, los más fuertes a enfermedades y a las inclemencias del tiempo, se cruzaban entre sí para tener unos descendientes más fuertes.
Aunque por aquel entonces no sabían que estaban practicando ingeniería genética, aunque fuera de una forma rudimentaria.
Después, en el año 1865, llego Gregor Johann Medel y sus “Experimentos sobre híbridos de plantas” (Versuche über Pflanzenhybriden), que cambiaria las leyes de la genética.
Luego se tuvo que esperar al desarrollo de la genética y al conocimiento de los mecanismos de la evolución biológica por selección natural para que se practicara una mejora y una selección sistematizada.
Esto se llamó “la Revolución Verde“, en la que los procedimientos eran sistemáticos y se recurría a la tipificación de la variabilidad natural, el uso de la mutación, la recombinación sexual por cruzamiento, la hibridación con especies próximas, y por último la selección de la progenie.
En los años setenta del siglo XX, como consecuencia de esto, se obtuvieron plantas de alta productividad, muy homogéneas, a veces estériles, con claras ventajas desde el punto de vista de la producción y de una agricultura basada en tecnologías modernas y economicistas, con unas características visibles, como frutos más grandes, mayor contenido en sustancias nutritivas, crecimiento más rápido, etc.
Aunque no todo eran ventajas, ya que eran un tipo de cultivos que necesitaban fertilizantes y plaguicidas, y como la tecnología estaba en manos de los países desarrollados, los países del tercer mundo tenían que pagar unos precios muy altos para ver aumentar sus cosechas, a veces de forma muy importante, a los países ricos. Además surgió un nuevo efecto negativo: la erosión genética, es decir, la pérdida de variabilidad genética que se produce en las especies cultivadas de muchos países agrícolamente dependientes al verse desplazadas las variedades autóctonas por las foráneas de alta productividad.
El primer alimento transgénico para el consumo humano directo se comercializó el 18 de mayo de 1994, cuando la Food and Drug Administration (FDA) de EEUU autorizó la comercialización del primer alimento con un gen “extraño”, el Tomate "Flavr-Savr", creado por la empresa californiana Calgene Inc. con la característica de tener una maduración retardada.
Las semillas para el cultivo de alimentos transgénicos son desarrolladas, producidas y comercializadas por empresas multinacionales, generalmente de Estados Unidos, entre las cuales destacan Dupont, Monsanto, Novartis, Aventis y Limagrain.
Los vegetales transgénicos más importantes para la industria alimentaria son por el momento dos: la soja resistente al herbicida Glifosato y el maíz Bt.
Todo esto no es por casualidad, ya que la diferencia fundamental con las técnicas tradicionales de mejora genética es que permiten franquear las barreras entre especies para crear seres vivos que antes no existían en la naturaleza.
Con este desarrollo de los alimentos manipulados genéticamente se ha logrado incorporar características hasta entonces inexistentes en ellos como la resistencia a plagas, herbicidas, temperaturas adversas, etc.
Lo cual también tiene un “pero”: los riesgos “potenciales“.
Posibles riesgos para la salud humana, para el medioambiente (contaminación genética), aparte, del impacto que los transgénicos implican a nivel social, económico y comercial. Que si bien desde algún punto de vista puede generar beneficios, es inevitable analizar las desventajas que tiene.
El alto precio que tienen las patentes de los transgénicos que están en manos de las grandes empresas que desarrollan y comercializan, que más bien debería considerarse como patrimonio de la humanidad.
El monopolio que están creando sobre la agricultura y la alimentación mundial. Un monopolio que, como hemos podido ver con la crisis alimentaria, unos pocos se benefician a costa del interés de la mayoría y donde realmente se ven las diferencias entre los países pobres y ricos.
Luego están los informes que opinan sobre los posibles riesgos que tienen los OMG para la salud humana debido al consumo de alimentos transgénicos y otros que afirman lo contrario.
Pero ¿son seguros los alimentos transgénicos para los humanos? ¿Sabemos realmente cuales de los productos que consumimos diariamente proceden de alimentos transgénicos?
Unas dudas que ante la falta de informacón y transparencia en las investigaciones realizadas en los alimentos, de quien realmente tiene que darlas, se convierten en desconfianza y rechazo por parte del consumidor final, aunque como bien dice el refranero castellano: “Ojos que no ven, corazón que no siente”
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