LECHE VEGETALES

Leche de almendras.

Es muy digestiva y no produce ningún tipo de fermentación en el intestino.

Aporta vitaminas A y B5 (ácido pantoténico), es rica en potasio, por lo que es muy adecuada para personas con deficiencia de este mineral, pacientes con diarrea, vómito o que utilizan diuréticos (medicamentos que estimulan la emisión de orina y que sirven para controlar la presión arterial elevada).

También contiene calcio y fósforo, de los cuales siempre se habla por desempeñar importante labor en la formación y fortalecimiento de los huesos.

Posee alto porcentaje de fibra soluble que protege a la pared intestinal y regula la absorción de azúcares y colesterol.

Proporciona mucho ácido oleico, que es el más apropiado para evitar infartos (muerte de tejidos cerebrales o del corazón por interrupción del flujo sanguíneo).

Las leches elaboradas con avellanas y nueces tienen propiedades nutritivas similares a la de las almendras.

Leche de soja.

Es de sabor dulce y suave.

Se comercializa de distintos sabores para hacerla más sabrosa.

Sus propiedades son similares a las de la leche de vaca, aunque menos energética, pero sí abundante en vitaminas B y E, y minerales como el calcio y el hierro.

No es recomendable beber más de un litro de leche de soja por día, ya que a partir de esta cantidad su ingestión podría tornarse perjudicial, por su número de fitoestrógenos.

No contiene azúcar ni grasas dañinas, por lo que es alternativa perfecta para personas con colesterol y presión sanguínea elevada o diabetes.

Leche de Avena.

La avena es uno de los cereales más completos por sus cualidades energéticas, terapéuticas y nutritivas.

Por este motivo, se convierte en el alimento ideal para reponer fuerzas, combatir el cansancio y somnolencia, además de resistir el estrés.

Posee un delicado sabor muy agradable al paladar.

Es indicada para quienes sufren problemas digestivos.

Es altamente recomendable para estudiantes, deportistas y personas de la tercera edad.

Cuando se utiliza esta leche hay que agitar bien el envase y a veces se debe diluir con un poco de agua para que no sea tan espesa.

Leche de avellanas.

Para su elaboración sólo se requiere frutos molidos y agua.

Puede encontrarse líquida, en polvo y como crema o pasta.

Contiene importantes cantidades de magnesio, fósforo y calcio, siempre necesarios para una buena formación del sistema óseo y para aquellos que necesitan más de estos minerales: niños, adolescentes, personas de la tercera edad, y mujeres embarazadas o lactando.

También hay que destacar su contenido de l-arginina y aceites monoinsaturados, que son compuestos que ayudan a prevenir lesiones en venas y arterias.

Leche de cebada.

Este cereal en Occidente se consume en forma de malta.

Ayuda a reducir el índice de colesterol (denominado LDL) en sangre, conocido como “colesterol malo”.

Esta leche también contiene sustancias anticancerígenas.

La cebada es un cereal de alto valor nutritivo pues aporta proteínas, azúcares, calcio, fósforo, hierro y vitamina B.

Es importante tener siempre presente, que aunque estos alimentos sean sumamente benéficos, hay que consultar con un nutricionista, para determinar cuál es el producto que se adaptará mejor a cada necesidad alimenticia, al igual que las cantidades.

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